Soy cuerpo, cuerpo desnudo. Grácil espalda, pómulos imberbes, eurítmico
pulso y corazón; altura panida y órganos.
Soy existencia abrazada por piel, fluidos por doquier. Nada más.
No soy paños o papel, no soy grandilocuencia, no herrumbre -que por ahora-.
Extremidades largas, saltos, posición materna en los límites de madera de mi
habitación.
Una micción trillada, absorta de repetir. Coágulos de pesadez, de negrura,
de atavismo.
Soy una voz, un aliento, una uña, pelos y cabello.
Y es que no quiero ser más. Cargar con el desasno de lo ajeno, de lo impropio,
de lo raído.
Un gran aserto el del monstruo del espagueti el de haberme dado forma tal.
Desagradable hubiere sido encontrarme siendo piedra, piorrea, o tal vez la
numismática de un viejito aguardentero.