Un círculo
un tanto cuadriculado se gana un viaje a Santa Marta. ¡Gracias televisión para
cuadrados! El círculo cuadriculado celebró solitariamente en su circubículo y
salió 4 horas antes de su trabajo como director de la red eléctrica de
alcantarillas cuadradas para cuadrados de Ciudad Figuritas. Ya en su cuarto por
la avenida dodecaedro, para ser exacto en la calle San Triángulo, pensó que
sería prudente comerse toda la comida no procesada que tenía en su casa, pues
el viaje lo alejaría de Ciudad Figuritas por 30 días y ésta (cultivada en los
campos de villa obtusa y llevada directamente a la plaza de dación de Ciudad
Figurita y que se llamaba –Ovoide de acopio de productos no procesados en
dación-) podría echarse a perder. Entonces primero comió los bananos de 4
lados, las manzanas marca cuadratura del círculo, luego tomó jugo de pera
irregular y finalmente acabó con su reserva de toronjas (éstas tenían un
sabor especialmente agradable).
El círculo
quedó tan lleno que a partir de ese momento tuve que comenzar a llamarlo
simplemente círculo, me vi obligado a eliminar otras especificaciones de forma
(como que era un tanto cuadriculado) entenderán ustedes que no soy una persona
que acostumbra timar a las demás y absolutamente consciente de la importancia
de contar las cosas como han ocurrido.
Cuando se
hubo cerciorado de que no quedara comida no procesada en toda la casa (revisó
incluso en la hendidura que queda entre su cama y la ventana -naturalmente, no es fácil ubicar una cama
circular en una habitación hecha para cuadrados- y afortunadamente no halló ni el más mínimo
residuo de comida en aquel lugar, puesto que a razón de su nueva circularidad
se le habría hecho particularmente molesto alcanzarlo), pensó que sería
provechoso guardar la ropa para su viaje en una valija. Comenzó empacando sus
dos zapatos color caqui, los ubicó en el extremo noroccidental de la valija,
arriba a la izquierda; luego tomó su camisa de cuello verde, la dobló cuidadosamente
pero mal y la puso en el espacio que se hacía entre los zapatos y la pared de
cuero nororiental. Finalmente agarró sus pantalones cortos y los depositó en lo
que quedaba de espacio vacío en la maleta. No tuvo que doblarlos pues el
espacio sobrante era suficiente para contener pantalones cortos talla 74 sin
plegar.
Estando
satisfecho con la geometría de su equipaje, decidió dormir la siesta, tendría
el doble beneficio de reponer energías y pasar el tiempo de espera
inconsciente. Durmió casi 40 minutos, hasta que el ring ring del teléfono lo
despertó, plácido y alivianado tomó el auricular –Aló
-Buenas tardes, habla María cuadrada de
televisión para cuadrados, ¿con el señor Cuadriculado por favor? -Sí, con él
- Señor Cuadriculado, déjeme contarle que usted se hace acreedor de un
viaje vacacional a Santa Marta en Colombia, necesitamos que envíe a nuestra
dependencia todos sus datos de identidad y su apostilla geométrica para
proceder a hacerle entrega del tiquete de vuelo, ¿vale? –Claro que sí señorita,
permítame tomar apunte ¿me repite la dirección, por favor?
–Calle Martín Redondo, edificio siete, cara
dos –Perfecto, muchas gracias -A usted
por sintonizarnos y recuerde, ¡con televisión para cuadrados, me parezco a un
caballo!
Nuestro
círculo colgó y se dirigió como gallina tras maíz a la primera gaveta del
mueble del vestier, tomó toda la documentación señalada en la cuartilla que lo
acreditaba como ganador del premio, le sacó dos copias a cada original donde el
judío y depositó una de cada uno en un sobre tamaño oficio –Cl Martín Círculo,
Ed. 7, cara 2- lo llevó a la oficina de
correo y volvió dando brincos a su casa.
Debido al comienzo
del solsticio de invierno ya era de noche, preparó una taza de té de
manzanilla, acomodó su equipaje junto a la puerta, vistió el piyama y durmió
como si no hubiera un mañana, como si el futuro viaje fuera un eterno presente.
Con el nuevo sol despertó, impaciente corrió a la otra habitación y sus ojos se
abrieron como mimosa pudica en
backwards, allí estaba junto a la puerta: verde, tamaño oficio, exterior liso,
un poco abultado; y en él, la sospecha de un tiquete de avión rumbo a un mundo
de olvido, playa, brisa y mar. Sin pensarlo cuatro veces lo tomó de un borde, comenzó a levantar la
solapa que tras un extraño pliegue hacía las de tapa, accidentalmente la rompió
y vació el contenido en la media pared con intenciones de mesa que separaba la
cocina de la habitación de estar. Había
un llavero, un llavero cuadrado y un pedazo de cartón con algo escrito. Trémulo
y frío por no encontrar el tiquete aéreo, leyó: Apreciado señor Cuadriculado, lamentamos informarle que tras la
revisión de los documentos de identidad enviados por usted, televisión para
cuadrados ha decidido privarlo del premio Santa Marta 30 días 29 noches, a
razón de su circularidad. Este es un concurso de exclusiva participación para
cuadrados.